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El mejor Sarasate escuchado en Pamplona

                       


Foto (Miguel Osés)

      

Desde aquí nuestra enhorabuena a Gil Shaham y Adele Anthony por emocionar en el Palacio de Congresos de Baluarte con un concierto único y que conmocionó a todos. Un placer poder acogerlos en el hotel y que nos dedicaran cariñosas palabras en el Libro de Honor.



Les dejamos el artículo escrito en Diario de Navarra el viernes 19 de abril de 2024. 

Auditorio y Palacio de Congresos Baluarte de Pamplona. Gil Shaham y Adele Anthony, violines. Orquesta Sinfónica de Navarra. Oliver Díaz, director. Obras de Jesús Guridi, Pablo Sarasate, Gabriel Fauré, Manuel de Falla y Mikhail Glinka. Concierto inscrito en la temporada de espectáculos de la Fundación Baluarte 2023-2024.

Una de las cuestiones más delicadas que hay que afrontar en los recitales líricos con orquesta es el equilibrio entre las intervenciones del solista y las apariciones de la orquesta en solitario. En estos casos, es comprensible que el cantante de turno quiera dejar espacios para algunos complementos puntuales que le permitan descansar la voz y entregarse en su actuación. Lo que no debería ocurrir, y a veces pasa, es que las intervenciones vocales sean ocasionales y la orquesta esté más tiempo tocando sola que acompañando a los cantantes.

En el concierto que nos ocupa, se anunciaba el gran violinista israelí Gil Shaham de manera muy destacada y se añadía la indicación “Homenaje a Pablo Sarasate”. El propio Shaham había concluido una importante aparición en el Ciclo de Grandes Intérpretes del año 2021 con un amplio segmento dedicado a Pablo Sarasate, larga y merecidamente aplaudido. Así que se esperaba con gran atención lo que pudiera aportar esta nueva aparición, y ciertamente no ha defraudado, aunque el anuncio final del programa sí resultara curioso.

Para empezar, Gil Shaham finalmente venía acompañado a Pamplona por la igualmente violinista Adele Anthony. Entre ambos compusieron una sección sarasatiana muy escasa en duración, con dos grandes éxitos, (Introducción y tarantella y Fantasía sobre temas de Carmen) y dos piezas “menores” de salón, (Romanza andaluza y El canto del ruiseñor, reservadas para la primera parte). Como buenos compañeros, se repartieron con relativa equidad el programa, aunque fue Shaham quien tocó la espectacular Fantasía de Carmen y Anthony tuvo que afrontar los complicados armónicos de El canto del ruiseñor, la obra menos conocida y agradecida de la velada. Ella demostró que no era una “invitada de piedra”, pues resolvió con gusto esas complicaciones técnicas y logró lucirse en una Tarantella realmente brillante y virtuosa. Pero lo que quedará para el recuerdo es la interpretación de Gil Shaham de la Fantasía sobre temas de Carmen; ya desde el principio, el violinista israelí demostró gran personalidad y un dominio técnico extraordinario, que alcanzó su culminación en la sección final de la obra. Si el recuerdo del tarareo de seducción de Carmen que escuchamos en la ópera en el momento en que debería ser detenida por Don José fue de una pureza en los agudos exquisita, las variaciones sobre la canción gitana fueron excepcionales; un “Puerta Grande o enfermería” que nos dejó a todos sin palabras. Con toda seguridad, es el mejor Sarasate que se ha escuchado hasta ahora en Baluarte.

Hubo numerosos complementos, algunos más procedentes que otros, pero todos ellos hábilmente justificados por María Nagore en sus notas al programa. Como conjunto, la obra de mayor entidad era la serie de las Diez melodías vascas de Guridi, que Oliver Díaz dirigió a la Sinfónica de Navarra con gran sentimiento y atención a los detalles, aunque en la última pieza del ciclo no manejara el tempo correctamente. En la Pavana de Gabriel Fauré, el solista de flauta aprovechó la ocasión para lucir calidad de sonido. La primera suite de El sombrero de tres picos de Falla no resulta satisfactoria en solitario, (el complemento con su compañera es demasiado perfecto), pero Oliver díaz la interpretó con carácter. Por último, Jota aragonesa de Mikhail Glinka es una pieza similar en tono al célebre Capricho español de Rimsky-Korsakov y, aunque este último es más espectacular, la obra del padre del nacionalismo ruso debería escucharse más frecuentemente y Oliver Díaz así lo demostró.

Habiendo en escena dos violinistas y dado que el programa oficial no había ofrecido ninguna actuación conjunta, la propina era previsible: Navarra de Sarasate. Fue una interpretación técnicamente perfecta y de gran empuje y que nos dejó con muchas ganas de más. Sí, hace poco Ana María Valderrama tocó muy bien los Aires gitanos, pero Shaham había ofrecido el mejor Sarasate escuchado en Pamplona en mucho tiempo.