El escultor Richard Serra fallecía el 24 de marzo en Nueva York y desde entonces se ha reconocido en innumerables ocasiones el trabajo del artista. En esta ocasión rescatamos el artículo que escribió Juan Ramón Corpas (Tribuna Cultural, DN), quien fue Consejero de Cultura cuando nos visitó en el año 2009. De su visita a España resaltó que lo que más le interesó fue Navarra. Aprovechamos para dejarles en nuestro blog de nuevo constancia de sus palabras en el Libro de Honor. Un placer y un gran honor que eligiese nuestra casa, como la suya durante su estancia en Pamplona.
"I’ve had a marvelous stay in this hotel. The service was excellent and the staff friendly. You have made me stay most enjoyable. Thank you"
(He tenido una maravillosa estancia en el hotel. El servicio fue excelente y el personal atento. Ha hecho mi estancia muy agradable. Gracias.)
Juan Ramón Corpas
Richard Serra en Navarra
TRIBUNA CULTURAL El autor, entonces Consejero de Cultura, evoca la visita en 2009 del escultor recientemente fallecido a Navarra, donde fue nombrado doctor honoris causa por la UPNA. El artista aseguró que Navarra fue lo que más le había interesado de su visita a España
El día 26 de marzo de 2024 fallecía en Nueva York Richard Serra, acaso el escultor más respetado en Occidente durante las décadas finales del siglo XX y las primeras del XXI. Durante el mes transcurrido desde su muerte numerosos medios de comunicación, generalistas y especializados, se han hecho eco de su obra y su figura innovadora y creativa. Quizás hoy sea momento de recordar su relación con Navarra.
El artista norteamericano recaló en nuestra tierra al ser nombrado doctor honoris causa por la UPNA, de la mano de Francisco Calvo Serraller, titular, a la sazón, de la cátedra Jorge Oteiza. Y tras asistir al acto institucional de su investidura, el viernes 24 de abril de 2009, y escuchar las palabras de la brillante laudatio de Calvo Serraller (recordemos que Serra, de padre mallorquín, comprendía, aunque no hablaba, el castellano): quien le agradeció “volver a poner en pie la escultura […] Lo ha hecho físicamente, porque le ha devuelto su verticalidad, aunque no en un sentido estático sino dinámico; pero, sobre todo, le ha devuelto su dignidad; es decir, su identidad singular”, dedicó unos días a recorrer la Comunidad Foral.
Visitó primero Pamplona, su catedral y murallas, el Museo de Navarra y el Archivo General y Real. Le interesó el Museo Oteiza, en cuya obra encontró una fraternidad artística, y disfrutó del patrimonio monumental de nuestra tierra, así como del paisaje y el paisanaje, en compañía de su esposa, Clara Weyergraf, de Carmen Giménez, conservadora del Museo Guggenheim de Nueva York, Nuria de Miguel, directora de la fundación de Amigos del Museo del Prado, y el propio Calvo Serraller.
Al matrimonio Serra le deslumbró encontrar la huella de la mitología germánica en la portada de Santa María la Real de Sangüesa, especialmente a Clara, alemana, de la católica Renania, quien no pudo contener su emoción al asistir al rezo de Vísperas en el monasterio de San Salvador de Leyre, y escuchar el austero y profundo canto gregoriano de los monjes benedictinos. Y el escultor californiano quedó fascinado cuando a la salida de la cripta, el prior legerense, Oscar Jaunsarás, le describió con gestos y palabras su propia obra. La expresión de regocijo que se lee en la cara del artista y recoge la foto expresa mejor que palabra alguna el momento.
A su partida, entrevistado en Madrid para el periódico El País, manifestó que Navarra era lo que más le había interesado de su visita a España, y refirió el momento en que el abad (difícil para un norteamericano afinar la diferencia entre abad y prior) de un monasterio aislado en la montaña mostró tan preciso conocimiento de su escultura y tal gracia para detallarla.
Durante el recorrido por el Camino de Santiago, disfrutó sobremanera en la calle Mayor de Puente la Reina, y se detuvo en la contemplación del majestuoso y armónico puente peregrino. Silencioso, conmovido, no dejaba de mirar el alto lomo, los anchos ojos, los graciosos aliviaderos, los agudos tajamares. Al cabo de un largo rato de detallada observación, confesó admirado: “Esta es la escultura que hubiera soñado hacer”.
Richard Serra contempla el puente que da nombre a Puente la Reina. DN
Richard Serra, Juan Ramón Corpas y el prior de Leyre, Oscar Jaunsarás. DN