He conocido
compañeros de trabajo, también compañeras, que han superado el tiempo que yo he
estado trabajando en el hotel; pese a ello, ahora que me he ido, es inevitable
la sensación de haber estado en el Gran Hotel La Perla toda una vida, nada
menos que desde los 15 años hasta el momento actual, lo que viene a ser tres
cuartas partes de mi ciclo vital.
Foto: Patxi Cascante
Inevitable lo
es también mirar hacia atrás, hacer un balance, comparar aquel hotel de los
años setenta con el actual, detenerse ante los sentimientos que genera
abandonar, por edad, este equipo de trabajo. Y he de reconocer que es mucho y
bueno lo aprendido en todo este tiempo: me he educado en el convencimiento de
que el pequeño detalle es lo que cuenta, que el trato correcto y respetuoso es
clave, que la persona que se aloja en esta casa no es un cliente sino un
huésped, que la sonrisa y el buen trato solo son válidos y transmiten si nacen
del corazón, que no se trata de hacer el trabajo de forma correcta sino de buscar
la excelencia, que tan importante y valioso es una buena palabra como un buen
silencio sabiendo buscar para cada uno el momento adecuado, que lo que tenemos
al otro lado del mostrador son personas plurales y diferentes que necesitan no
un trato uniformado sino un trato a su medida y en función de su necesidad por
la sencilla razón de que todas las personas somos diferentes, que servir
humaniza, que la calidad de servicios y la excelencia en el trato no es marketing
sino el camino adecuado y único para fidelizar a los huéspedes, que la labor de
los compañeros y compañeras de trabajo tiene que ser complementaria, o que en
el equipo de trabajo tan importante es el que tiene una responsabilidad como el
que tiene otra. Esa es la conclusión de casi 45 años de trabajo.
Fernando Hualde junto a José María Iñigo
Por lo demás…
siento que he formado parte de la historia de un establecimiento impregnado de
historia –valga la redundancia- desde que abrió sus puertas hace casi 141 años;
he tenido el gusto y el honor de contribuir modestamente a dotarle de identidad,
de reconstruir su intrahistoria, de dar a conocer su riquísimo pedigrí
histórico y de haber ayudado a poner al hotel en ese escaparate internacional
del que ya nunca debe de salir como establecimiento histórico que es.
Finalizo
agradeciendo a las tres generaciones de la familia propietaria con las que he
convivido, así como a las decenas de trabajadores y trabajadoras que me han
acompañado en esta andadura, y a los miles de huéspedes que han dado sentido a
mi trabajo; porque del conjunto de todos ellos he aprendido que nada hay más
gratificante que servir a los demás con cariño y agradecimiento.
Foto: Unai Beroiz
Y ahora, con la
satisfacción de haber hecho en cada momento lo que creía que debía de hacer,
con el permiso de todos ustedes, me retiro a mis cuarteles de invierno dando
paso en el hotel al largo futuro que le deseo.
Fernando Hualde
Y estas palabras de agradecimiento ha querido dedicarle a Fernando, Rafael Moreno, director del Gran Hotel La Perla.
Gracias,
Fernando.
Gracias por
acompañarme en la vida, en tantos momentos buenos, no tan buenos,
comprometidos, difíciles, pero todos maravillosos.
Gracias por tus
sabios consejos, durante tres cuartas partes de tu ciclo vital.
Gracias por
ordenar, dar brillo, y sacar a la luz la rica historia de nuestro hotel. Una
historia tan cercana, como diferente, y por eso tan apasionante.
Gracias por
definir tan bien en tus palabras, la filosofía de esta casa, y que deben servir
de guía para los que nos sigan.
Tu marca está
ligada a la marca del Hotel, como la marca del Hotel, está unida a la tuya, por
lo que nunca te irás; como te lo he dicho, desde los cuarteles de
invierno, quiero y te pido, que me sigas ayudando, que nos sigas asesorando y
dando sentido a la historia de La Perla.
Fernando,
querido, GRACIAS.
Rafael Moreno