San Fermín en 1902

La ciudad de Pamplona tenía una asignatura pendiente con el más ilustre de sus paisanos. El 10 de febrero de 1900 el Ayuntamiento acordó conceder a don Pablo Sarasate el título de Hijo Predilecto de Pamplona, título éste que por diversas circunstancias todavía no le había sido entregado. Los sanfermines de este año fueron el momento de hacerlo.

Don Pablo llegó a Pamplona el 1 de julio de forma discreta; eran pocos quienes conocían su llegada, entre ellos el propio Alcalde, que tuvo el detalle de bajar a recibirle a la estación. Sin embargo, habiéndose extendido el rumor de su posible llegada, para cuando el carruaje llegó al Hotel La Perla, algo más de mil personas aguardaban en la puerta de este establecimiento su llegada.  Allí fue recibido por sus dos hermanas, Francisca y Micaela, y por el marido de la primera, don Juan Cancio Mena.

A las nueve de la noche la banda del regimiento de la Constitución, por encargo del Alcalde, dio un concierto en la Plaza del Castillo en homenaje al violinista. Y tampoco faltó el tradicional zezenzusko, tan ligado a cada una de las llegadas del ilustre paisano.


 6 de julio de 1902.- Momento en el que las autoridades llegan al Hotel La Perla para hacer entrega a don Pablo Sarasate del título de Hijo Predilecto de Pamplona

El esperado momento, debidamente anunciado en el programa de fiestas, tuvo lugar en la tarde del día 6 cuando el Ayuntamiento, después de asistir a las vísperas, se dirigió al céntrico hotel pamplonés en donde se hospedaba Sarasate para proceder a la entrega solemne del pergamino que acreditaba a don Pablo como Hijo Predilecto de su ciudad natal.
La corporación hizo su entrada en el edificio a las siete menos cuarto de la tarde, quedando en el exterior –como es lógico- la banda de música y la comparsa de gigantes y cabezudos. En la misma recepción del hotel esperaba  Sarasate, acompañado de su familia y de sus amigos, a los mandatarios de la villa. Tras el saludo y las presentaciones la comitiva se acomodó en uno de los salones dando comienzo a la ceremonia.

Primero fue el discurso del Alcalde, señor Viñas, quien rememoró su participación años atrás en el acto de colocación de una lápida conmemorativa en la casa natal del violinista. Tuvo palabras emotivas y sinceras, salidas del alma dijo él, acabando su discurso con la solemnidad que el momento requería: Por eso, en nombre del pueblo de Pamplona, tengo el alto honor de entregarle este pergamino al Hijo Predilecto de esta ciudad, de la que era ya hace mucho tiempo, no hijo querido, sino hijo idolatrado.

Respondió brevemente Sarasate, profundamente emocionado, agradeciendo tal galardón y dando las gracias a la ciudad: me enorgullezco, pues, de pertenecer a la noble raza navarra, y solo quisiera mostrarme digno del tributo tan altamente honroso y glorioso de ser hijo predilecto de Pamplona, que toda mi vida ostentaré con entusiasmo, pues quiero que brille en mi escudo el preciado dictado de pamplonés, navarro y español.
Seguidamente se hizo entrega del pergamino, obra del pintor Manuel Salví.

Fue obligada la presencia de Sarasate y de las autoridades en los balcones de La Perla, siendo aclamado el primero por algo más de 6.000 personas. Desde esa atalaya don Pablo pudo escuchar a la Orquesta Santa Cecilia y al Orfeón Pamplones interpretar conjuntamente el Himno a Sarasate, compuesto por el maestro Villa.

 6 de julio de 1902.- Don Pablo Sarasate y las autoridades pamplonesas saludan desde los balcones del Hotel La Perla al numeroso público que desde la calle arropaba al violinista en su nombramiento de Hijo Predilecto de Pamplona.

PINCELADAS

Alcalde.- D. Joaquín Viñas.

Horario.- Encierro: 6 de la mañana. Corrida de toros: 4’30 de la tarde.

Estatuas en el coso taurino.- Ante la inminencia de los festejos taurinos el 1 de julio fue necesario retirar del coso pamplones dos estatuas destinadas a decorar el pedestal del monumento a los Fueros.

Gente del bronce.- Frente a las reiteradas ocasiones en las que se ha dicho que la Peña del Bronce fue fundada en 1905, es constatable que ya en 1902 existía una cuadrilla de mozos denominada Gente del Bronce. Sirva como ejemplo la noticia que “El Eco de Navarra” publicaba el 9 de julio de este año:Continúa la “gente de bronce” demostrando que lo es de veras. Su movimiento y diversiones comienzan a la vez que el crepúsculo matutino y no cesa hasta después de media noche, habiendo muchos individuos que enlazan la algarada de un día con la del siguiente, mejor dicho, no la interrumpen.

Primeros corneados en el encierro.- El 7 de julio de este año pasará a la historia por haberse registrado en el encierro los dos primeros heridos por asta de toro. El suceso, protagonizado por el mismo toro, tuvo lugar en el redondel de la plaza resultando corneados dos mozos pamploneses: uno en el muslo derecho, y el otro en la pierna derecha, a la altura de la rodilla. Se da la circunstancia de que ambos eran vecinos de la calle Descalzos.

 1902.- Imagen de las churrerías en el ensanche viejo

Conejito corneado.- Si el primer encierro fue accidentado, también lo fue la primera corrida, con toros de la ganadería de la señora Condesa de Espoz y Mina. El diestro cordobés Antonio de Dios Conejito resultó cogido por el quinto toro cuando degustaba ya los sabores del triunfo: “... y lo que hizo con él no se puede imaginar; lo corneó veinte veces, lo lanzó al aire, lo pisoteó, volvió a lanzarlo y a recogerlo...” describía un cronista.  Ese mismo toro mató ocho caballos antes de morir. El torero sobrevivió.

Meones forales.- El monumento a los Fueros estaba en proceso de construcción. Un periódico llamaba la atención del Alcalde sobre la nula iluminación que presentaba el entorno de esta construcción; debido a ello, aquél sitio está convertido en urinario, se quejaba este periódico.

Calor y cerveza.- Fueron una fiestas calurosas. Al final de las mismas se estimó que en las tabernas y cafés de la ciudad se consumieron 70.000 botellas de cerveza.

Entradas de los toros








Publicaciones

La revista "Sol y Sombra" dedicó una amplia cobertura informativa a las corridas de toros de las fiestas de San Fermín. El cronista se lamentaba en 1902 de que en Pamplona no se prohibiese el encierro de los toros como se había hecho en la mayoría de las ciudades.

Texto: Fernando Hualde