El sueño de Ara Malikian

Para quien no esté muy metido en el mundo de la música sépase que Ara Malikian en la segunda década del siglo XXI era el violinista más famoso y conocido que había en el mundo. Y si por algo era así de famoso este violinista libanés, además de por su indudable virtuosidad, era porque era capaz de convertir un concierto de violín en todo un espectáculo difícil de olvidar. A ello ayudaba su aspecto, muy lejano de los parámetros normales de cualquier violinista, con unos pelos que a nadie dejaban indiferente, y con una agilidad en el escenario sobre el que saltaba como una gacela sin dejar de tocar el violín. Lo dicho, era todo un espectáculo verle en acción; por eso no era de extrañar que llenase todos los auditorios, y que a cada uno de sus conciertos acudiese gente de todo el mundo.




Fue así como el 22 de diciembre de 2018 llegó Ara Malikian a Pamplona. El mismo día de su llegada el rotativo navarro "Diario de Noticias" publicaba una entrevista que le habían hecho; el titular de la entrevista recogía unas declaraciones suyas, y decía: “Sería un sueño poder tocar en el balcón del Hotel La Perla, en la Plaza del Castillo”.

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Decía esto porque era conocedor de que su admirado Sarasate gustaba de tocar el violín desde el balcón de su habitación en este hotel; y lo decía también porque sabía que esa noche que iba a estar en Pamplona iba a estar alojado en el Gran Hotel La Perla, y más concretamente en la mismísima habitación que tantas veces había acogido a su antecesor Pablo Sarasate.

Esa tarde del 22 de diciembre el Pabellón Navarra Arena se abarrotaba de público para escucharle. Impactante una vez más.

Y la mañana del día 23, una mañana de niebla, domingo, sin apenas gente en la plaza, el balcón de la habitación 207 se abrió y… en una acción rápida, casi como una acción de guerrilla, Ara Malikian salió al exterior e interpretó un fragmento de “El Zapateado” de Sarasate. E igual que salió… entró, ¡rápidamente!. Fueron tres segundos, no más, pero suficientes para ver que su sueño se hacía realidad. Se movió como en el escenario, es decir, como un relámpago. Tres segundos de lujo.

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