Manuel Rodríguez “Manolete”
Era un 7 de julio de 1940, fiesta grande de San Fermín. Manuel Rodríguez Sánchez, “Manolete”, llegaba a Pamplona, en cuyo cartel figuraba por primera vez, para actuar los días 7, 9 y 10. Aquél día tenía que debutar en el coso pamplonés con Curro Caro y con Juan Belmonte.
Este joven de 23 años, desconocido prácticamente para la afición pamplonesa, llegó aquella mañana, acompañado de su cuadrilla, al Hotel La Perla en donde, como los otros compañeros de terna, tenía reservada una habitación.
“Tiene usted la habitación 44”, le dijo el recepcionista. Y allí, en el primer piso, con balcón a la Plaza del Castillo, aquellas paredes fueron testigo mudo, por vez primera, del ceremonioso ritual taurino de Manolete, como lo era el vestirse de luces e invocar con profunda fe la protección de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder. Sin embargo, aquella tarde no fue buena y justo es decir que tampoco se lució en las otras dos de aquella feria...Mediocre estreno para la futura figura.
Manolete y Julián Marín, 10 de Julio de 1947
Al año siguiente, aunque no vino a
Pamplona, se mostró como la gran revelación de la temporada taurina,
convirtiéndose en un diestro muy cotizado. Vista su brillante trayectoria, la
Casa de Misericordia lo vuelve a contratar en 1942 para que toree en Pamplona
los días 7, 9 y 10 de julio, exactamente como el primer año.
Aquella mañana del día 7 en la recepción
del Hotel La Perla se sorprenden con un detalle insólito; Manolete, que ya
había reservado la habitación 44, quiso que su cuadrilla se alojase también en
el hotel. Hoy es habitual que suceda así, pero en aquellos años, y de esto La
Perla sabe más que nadie, en los hoteles solo se alojaban las figuras, mientras
que a las cuadrillas se les alojaba en fondas o pensiones de inferior
categoría. Así pues, en aquellas fiestas se alojaron con él en el hotel: José
Atienza (picador), Miguel Atienza (picador), Rafael Saco Cantimplas (puntillero
y banderillero), Antonio Labrador Pinturas (banderillero), y Alfredo David
(banderillero). Era aquél un detalle que decía mucho del joven diestro.
Detrás de su expresión seria, imperturbable
y solemne, como lo era también su toreo, se escondía un gran corazón y una
generosidad sin límites. Como compensación aquél año fue el gran triunfador de
la feria, en a que compartió cartel con figuras como Pepe Bienvenida, Juan
Belmonte, Pepe Luis Vázquez, Manuel Martín Vázquez, Pedro Barrera, y Manuel
Álvarez El Andaluz.
Nuevamente, como ya no podía ser de otra
manera, habría de repetir cartel en 1943. El director del Hotel La Perla, igual
que el año anterior, había reservado cinco habitaciones para él y para su
cuadrilla. Ese año trajo consigo al picador Ángel Parra Parrita, en sustitución
de José Atienza. En este mismo hotel se alojaban también José Mejías
Bienvenida, Antonio Mejías Bienvenida, y Pepe Luis Vázquez.
Todos ellos llegaron el día 6. Se da la
circunstancia de que el tudelano Julián Marín tomó la alternativa ese 7 de
julio. Un día más tarde Manolete obtenía de uno de los toros de doña Carmen de
Federico las dos orejas y el rabo. Verdaderamente apoteósico.
El cartel de la feria pamplonesa de 1944
anunciaba una vez más la presencia de Manolete para las tardes del 8, 9 y 10 de
julio. En el libro de reservas del Hotel La Perla aparecían anotados él y su
cuadrilla con un total de seis habitaciones; un nota indicaba “llegan el 6”.
Sin embargo la fatalidad quiso que cuando el diestro viajaba hacia Pamplona un
inoportuno accidente le lesionase seriamente la muñeca, suponiendo este
percance su caída del cartel.
Algo similar ocurrió en el año 1945, en
el que Manolete no conformándose con estar en el cartel taurino los días 7, 9,
y 10 de julio, también aparecía gráficamente en el cartel de las fiestas y, por
tanto, en la portada del programa de mano.
En La Perla figuraba en 1945 con seis
habitaciones, el primero de ese año en el libro de reservas, pero la repetitiva
nota de “llegan el 6” tuvo que ser sustituida por otra más llamativa que decía
“Nulo”. Nuevamente la desgracia se cebó en el cartel sanferminero cuando el 29
de junio, en Alicante, una aparatosa cogida se tradujo para Manolete en fractura
de clavícula. En 1946 no toreó en España, sólo en América.
Fue en los sanfermines de 1947 cuando
visitó Pamplona por última vez. Algunos antiguos empleados del Hotel La Perla
todavía le recuerdan a Manolete armado de paciencia sacándose fotos con sus admiradores
junto a la puerta del ascensor; se sabe que la fila de admiradores del diestro
que deseaban obtener de él un autógrafo llegaban bastante más allá de las
escaleras de la Bajada de Javier.
Desde el punto de vista taurino aquello
si que fue una despedida, ¡y por todo lo alto!. Parecía intuirlo. La tarde del
10 de julio Manuel Rodríguez Manolete supo cortar, con sobrado valor y arte,
las cuatro orejas a sus dos toros. Estuvo colosal. La plaza entera, puesta en
pie, le aplaudió como si adivinase que aquella iba a ser la última vez, y es
que, en opinión de algunos críticos, Manolete había hecho la mejor faena de su
vida; así lo sintieron también los aficionados, y así lo sintió él. Aquella
tarde el diestro cordobés, siguiendo su costumbre, telefoneó a su madre
diciéndole: “Mamá, estoy muy contento porque he toreado el toro que hasta ahora
más a gusto he ‘toreao’ en mi vida”.
Ese mismo verano, el 28 de agosto, un
miura llamado Islero, decidió en la plaza de Linares, en una trágica tarde de
sangre y muerte, que en la habitación 44 del Hotel La Perla (actual 105) no se
renovase en los siguientes sanfermines aquél ritual solemne.
Curiosidad:
El 10 de Julio de 1947, desde la
habitación del hotel La Perla en Pamplona, Manolete llamó a su madre para
decirle que había realizado una de sus mejores faenas. Murió el 29 de agosto de
1947.
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