Sarasate, anécdotas y vivencias del hotel

HABITACIÓN 207


Una de las grandes aficiones del célebre violinista Pablo Sarasate era la de jugar al mus durante sus estancias en La Perla. Su afición a este juego de cartas era tan grande como su mala suerte en el mismo. Siempre perdía.




Pero, sucedió una tarde..., que contra todo pronóstico la suerte le acompañó, ¡y ganó!. La recompensa fue un pesetón de los de entonces. Y ni corto ni perezoso, desbordado de una ilusión infantil, le pidió a Teresa Graz –propietaria y fundadora de la entonces Fonda La Perla- que cosiese esa moneda en la solapa de su chaqueta, concretamente en ese punto donde él apoyaba su violín. Dijo después don Pablo que aquella noche su violín había sonado en el teatro mejor que nunca.



Sigue su habitación conservando aquellos mismos muebles que él conoció durante los veinte años que se alojó en La Perla, el mismo arco que hizo para su estancia el gremio de carpinteros de la ciudad, y la misma foto que dedicó a quien le cosió el pesetón aquella tarde virtuosa.