Andrés Roca Rey es el protagonista de la edición Papel de El Mundo en la antesala de la Feria de San Fermín. Un reportaje que narra un recorrido por las calles de Pamplona bajo la pluma exquisita de Vicente Zabala de la Serna y bajo la atenta mirada del fotógrafo Pepe Aymá. Torero y periodista caminan por las calles conversando sobre tauromaquia, la vida, la muerte, el arte…. Varias son las paradas de este recorrido que marcan el discurso de Andrés Roca Rey. La primera, la plaza de toros con los tendidos vacíos. La segunda, el balcón de la plaza del Ayuntamiento, la tercera; la suite del hotel La Perla donde paraba Manolete y una cuarta, por la calle Estafeta y el recorrido del encierro.
A continuación, algunos extractos del fantástico reportaje publicado en El Mundo.
El 7 de julio, día grande de San Fermín, Roca Rey, único torero contratado dos tardes en esta Feria del Toro que ya viene, desfilará al lado de tres nombres del Olimpo: Pablo Hermoso de Mendoza, Morante de la Puebla y El Juli, el cartel que conmemora los 100 años de vida de la Monumental (1922). Hay en la interpretación de Roca Rey, en su modo de torear, estar y ser en la arena, algo salvaje que conectó siempre con el espíritu atávico sanferminero. «En una plaza como ésta te sientes libre, en ese estado de salvajismo que usted alude, sin ataduras ni obligado a guardar unas formas. Pamplona y yo tenemos esa conexión. Es verdad que normalmente se debe conservar un respeto, pero en el ruedo estás tú solo y el toro. Y has de expresarte libre, como te dé la gana, sacar lo que sientes tal y como lo llevas dentro. Si no lo haces ahí, ¿Dónde lo vas a hacer? La tauromaquia es un arte en el que te estás jugando la vida, y jugarte la vida para complacer otros gustos no parece lo más indicado. En cualquier momento un toro te puede matar. Lo hemos visto no hace tanto«.
[…] Por el trayecto de los toros descubre entre los adoquines la señal de la concha del peregrino del Camino de Santiago -«¡esto es el Camino!»- y, como un crío que reconoce algo suyo, cuenta que él recorrió 200 kilómetros desde O’Cebreiro, en etapas de 30. Y en ese instante lo aborda una madre con su pequeño, un alevín de unos 7 años que quiere una fotografía para hacerla póster en su habitación. Como se tiene a los futbolistas de Osasuna, pero de un torero del Perú.
[…] La habitación de Manolete trae la conversación de la muerte y la libertad -«jugarte la vida para complacer otros gustos no parece lo más indicado«-, el abismo de las creencias y la fe de quien se define «creyente pero no practicante«, de quien viaja sin capilla ni pasa por las de las plazas. «Siento que si se le pide algo a alguien, hay que volver luego a agradecer. Normalmente todo el mundo pasa por la capilla para pedir, pero cuando salen con bien nadie regresa. Es injusto«.
Una suerte la nuestra, poder abrir las puertas de las habitaciones dedicadas a Manolete, Cayetano Ordoñez y Hemingway para enseñárselas al maestro y compartir con él parte de nuestra trayectoria.
Estuvo en Pamplona el día 11 y salió por la puerta grande y esta tarde esperamos que triunfe también. ¡Toda la suerte del mundo!