El primer ascensor que se instaló en Pamplona (1912-1991)


Conforme pasaban los años desde la apertura de La Perla al hotel llegó finalmente la luz eléctrica, también el agua corriente, y el lavadero de pila, incluso el coche de caballos llegó a sustituirse por un moderno ómnibus. Pero el adelanto más revolucionario de todos fue la colocación de un ascensor. Todavía no se conocían estos aparatos en España. Se ha llegado a publicar en muchos sitios que el primer ascensor se puso en Madrid, en 1912; pero lo cierto es que ese mismo año, desde la vecina y moderna Francia se trajeron a Pamplona dos aparatos de estos, de la casa parisina de Abel Pifre; uno de ellos se instaló en el edificio de la Plaza de San Francisco que iba a acoger al Grand Hotel (este ascensor desapareció en 1934), y el otro se puso en el Hotel La Perla, en donde funcionó hasta 1991.

Lo más curioso de aquél ascensor es que en sus primeros meses de funcionamiento carecía de motor. Esto quiere decir que funcionaba manualmente con manivela y polea, y que servía únicamente para subir y bajar los equipajes, baúles principalmente.


¿Cómo funcionaba?

En la planta baja, junto a la puerta del ascensor, existía una pieza triangular de hierro con tantos agujeros como pisos había en el hotel; y junto a cada uno de esos agujeros había una pequeña bombilla. De tal manera que cuando un cliente llamaba al ascensor se encendía la luz correspondiente a ese piso; ante esto el ascensorista lo que hacía era meter una pequeña barra de hierro en el agujero correspondiente, y de esta forma, dándole a la manivela, se tenía la certeza de que el ascensor, gracias a un tope, se conseguía que se parase exactamente al ras del piso de donde se le había llamado.

Se sabe que en los años treinta del siglo XX este ascensor provocó un accidente mortal, resultando fallecida una empleada de la limpieza que había asomado su cabeza por el hueco cuando este bajaba. A raíz de aquél accidente se colocó en el ascensor un sistema de frenado automático, consistente en una bandeja de madera colgada en sus esquinas con cuatro finas cadenas. Desde entonces cuando bajaba el ascensor bastaba con tocar levemente esta bandeja para que se parase de inmediato.

A principios del año 1991 la aplicación de nuevas normativas forzaron la retirada del ascensor. Para esta operación era necesario trocear la cabina para poder sacarla por el hueco de la puerta; lejos de tal solución los propietarios del hotel optaron por trocear la pared para sacar entera la cabina del viejo ascensor. Esta cabina estuvo expuesta desde aquél año de 1991 hasta 2005 en el comedor del hotel. Tras la reforma realizada en los años 2005-2007 en el mes de junio de este último año la cabina volvió a ser colocada en el vestíbulo de la recepción en donde hoy sigue expuesta.

Una curiosidad de este ascensor es que al pie de sus dos puertas de acceso luce una chapa dorada de latón con la inscripción “Ascensores – Abel Pifre”. Esta chapa se hizo para estos primeros ascensores que se exportaban desde Francia a España, pues en el país galo se empleaban las chapas tradicionales con la inscripción “Ateliers Abel Pifre”. Teniendo en cuenta que en 1913 se fusionaron las casas Otis y Abel Pifre, con lo que eso suponía de utilización de la marca conjunta, debemos de entender que estamos ante un ascensor excepcional en el que la placa del fabricante delimita la pieza al año 1912 o primeros meses de 1913.

Abel Pifre, curiosamente, había destacado en los años ochenta del siglo XIX por el hecho de ser el promotor de la imprenta impulsada con energía solar, habiendo realizado sonadas exhibiciones en París.

Una última curiosidad de este ascensor es que mientras estuvo expuesto en el comedor del hotel entre los años 1991 y 2005, sirvió durante los sanfermines para realizar “cursos de vuelos espaciales”, organizados graciosamente por el sueco Stafan Safwenberg, que se encerraba en su interior con los inocentes cursillistas que no acababan de salir de su asombro ante lo absurdo de la situación, pues permanecían largo rato en su interior supuestamente viajando por el espacio.

Hoy conviven historia y modernidad muchos rincones del hotel. El hall de recepción es prueba de ello. Numerosas personas cuando nos visitan y ven expuesto el ascensor creen estar ante un confesionario o ante una cabina de teléfonos, pero no dejan de asombrarse cuando se detienen a leer la placa de latón de la parte superior en la que dice: "Aparato elevador fabricado en París a principios del S.XX en madera de caoba. Fue el primer ascensor que se instaló en Pamplona 1912-1991"