REMEMORANDO UNA ANÉCDOTA MUSICAL EN “LA PERLA” EN EL 175 ANIVERSARIO DE SARASATE
Hoy es 10 de marzo, y para nosotros, para el hotel, no es un día cualquiera. Celebramos que hace hoy 175 años, un 10 de marzo de 1844, nacía en Pamplona nada menos que Pablo Sarasate, don Pablo.
Desde nuestras redes sociales lo hemos dicho todo sobre él: excelente violinista, exigente compositor, y desde el punto de vista humano… para descubrirse.
Hoy, por tanto, hubiese sido su cumpleaños, y en consecuencia vamos a tratar de regalarle a él, a nosotros como hotel, y a todos cuantos hoy seguimos admirándole, una pincelada poco conocida de su historia, una pincelada que la esboza otro de los grandes, también violinista y compositor, y a la vez también asiduo cliente de este hotel; nos referimos a don Enrique Fernández Arbós.
Este, en su libro autobiográfico “Treinta años como violinista. Memorias. (1863-1904)” nos regala un capítulo que hace referencia directa a la que, después de la cumbre musical de 1886, sería la segunda vez que don Pablo se asomaba a un balcón del Hotel La Perla para tocar el violín, en esa ocasión desde el comedor primer piso, ubicado debajo de su habitación; y alude también al piano que seguimos conservando y que don Pablo usaba diariamente en sus estancias en La Perla; eran los Sanfermines de 1892, y en ese capítulo contaba lo siguiente:
“Una noche, terminábamos de cenar cuando nos sorprendió un tumulto más resonante que el acostumbrado, llegando a nuestros oídos el vocerío de la muchedumbre que reclamaba a Sarasate. Don Pablo se asomó al balcón y, entre los aplausos con que fue acogido, alguien gritó: .-¡Que toque!, ¡que toque para el pueblo!.
Sarasate entró en el comedor.
.- Ea, Arbós. Vamos a tocar mi ‘Jota para dos violines’
Otto Goldschmidt, ayudado por un par de amigos, aproximó un piano vertical al balcón, y en este, que era relativamente espacioso y avanzaba en pronunciado saliente, nos colocamos, ejecutando la Jota en medio del silencio emocionado y vibrante de aquellas ocho mil almas apiñadas en inmenso grupo expectante. Todavía recuerdo las singulares condiciones acústicas de la enorme plaza que, con gran sorpresa nuestra, recogía y avaloraba el sonido de nuestros dos violines y el entusiasmo verdaderamente conmovedor de los buenos navarros que nos hicieron repetir la Jota y luego obligaron a Sarasate a tocar solo, pagándole con las ovaciones más clamorosas y sinceras”
Es precisamente a partir de este año cuando se consolida la costumbre en don Pablo Sarasate de obsequiar a sus paisanos con un concierto de violín desde su balcón. Quede aquí esta “perla” de su historia en este, su 175 aniversario. ¡Felicidades don Pablo!.