Julián Gayarre, el tenor de la voz de ángel


Fue la villa de Roncal, en el Pirineo navarro, quien le vio nacer un mes de enero, allá en 1844. Fue también un mes de enero, en 1876, cuando se consagró en Milán como el mejor tenor del mundo. Y fue, igualmente, un mes de enero de 1899 cuando Gayarre nos dejaba para siempre en la villa de Madrid.
Julián Gayarre ha pasado a la historia como uno de los mejores tenores que ha habido en el mundo de la ópera. Tenores de la talla de Alfredo Kraus, o José Carreras, no han dudado en calificar a Gayarre como el mejor tenor que ha existido nunca.
Se acercó al mundo de la música de la mano de don Conrado García, quien lo introdujo en el Orfeón Pamplonés después de observar sus grandes cualidades. A partir de ese momento el joven tenor roncalés inicia una brillante carrera que alcanzará su momento más estelar el 2 de enero de 1876; ese día Gayarre interpretaba su ópera predilecta, La Favorita, sobre el más prestigioso escenario del canto, el Teatro de la Scala, en Milán; seguro de sí mismo, el divo roncalés salió al escenario y se dejó oir ante el público más exigente que jamás le había escuchado. Aquella noche, Julián Gayarre, el que unas décadas antes fuera un modesto pastor, se consagraba para siempre como el mejor tenor del mundo.
Moscú, Viena, Milán, Buenos Aires, Londres, Madrid, Roma, Montecarlo, Lisboa...uno a uno, triunfando siempre, recorre los más selectos auditorios. La realeza europea se doblega ante su voz haciéndose merecedor de las más prestigiosas condecoraciones y de variados galardones.

Se tiene conocimiento de que en el siglo XIX Julián Gayarre estuvo al menos en dos ocasiones en La Perla, una de ellas acompañando en los sanfermines de 1886 al violinista Pablo Sarasate.


Panel de la habitación superior 206