TXORIA TXORI…un capricho vasco

Txoria, txori  es uno de los más bellos poemas de la literatura vasca, escrito en el año 1957 por el poeta JoxeanArtze. Todo un canto a la libertad, simbolizada esta en las alas de un pájaro. Traducido de la lengua vasca a la española viene a decirnos el poeta que “si le hubiera cortado las alas habría sido mío, no se me habría escapado; pero así… habría dejado de ser pájaro, y yo lo que amaba era el pájaro”.


En una ocasión un restaurante donostiarra imprimió el poema completo en sus servilletas. Y fue allí donde lo leyó Mikel Laboa, y le gustó, se enamoró de aquella letra: Hegoakebakibanizkionereaizango zen…y le adaptó una melodía a aquella letra, año 1968, sin sospechar que letra y melodía serían décadas después la canción más pegadiza y popular de la lengua vasca. Para que nada faltase, tuvo a bien Mikel Laboa de incluir letra y melodía en su álbum Bat – Hiru, publicado en 1974, y desde ese momento se fue extendiendo como un reguero por todas las fiestas, tascas y tabernas.





Desde entonces, hasta hoy, han sido 18 las adaptaciones e interpretaciones que ha conocido esta canción de Mikel Laboa, desde KepaJunkera hasta Joan Baez, desde Ester Formosa hasta AnneEtxegoien… Y la última adaptación de todas ellas, en 2016, la hizo el grupo gitano Sonakay quienes, en su afán por fusionar la cultura vasca con la gitana, adaptaron el Txoria, txorial flamenco. Realmente espectacular.



Probablemente a esa nueva versión le faltaba un baño de masas, un eco mediático a la altura de lo que se merecía, y eso sucedía el 22 de agosto en los balcones del Gran Hotel La Perla, ante cientos de personas, con el arte en la guitarra de David Escudero, y con la voz y la pasión flamenca de Yoni Camacho. Sucedía esto a las 13’45; a esa hora los balcones de La Perla, siempre usando la música, volvían a hacer historia. El eco mediático de este interpretación musical y los prolongados aplausos que los integrantes de Sonakay recibieron, acreditan que el flamenco  salió por la puerta grande de los balcones del Gran Hotel La Perla.

Casualmente, hace un siglo largo, los balcones de este hotel, con el violín como herramienta, y con Pablo Sarasate como protagonista, vivían el éxito de la interpretación de El Canto del Ruiseñor. Pájaro antaño y pájaro hogaño. Todo un capricho, un “capricho vasco”.

Primavera desde nuestros balcones