Los Sanfermines de 1881



Hoy es 4 de abril de 2014 y a falta de 93 días para lanzar el chupinazo, subimos un nuevo peldaño de la escalera sanferminera. Por eso, qué mejor ocasión que esta para echar la vista atrás y contaros cómo fueron los primeros Sanfermines que vivió el Gran Hotel La Perla, cuando se conocía como Fonda La Perla.
Pues bien, un mes antes de iniciarse las fiestas de 1881 sucedieron dos cosas novedosas en la ciudad. Por un lado, el 5 de junio se abría en lo que se denominaba Plaza de la Constitución (Plaza del Castillo) un nuevo establecimiento dedicado al alojamiento de viajeros y a servir todo tipo de comidas; se trataba de la Fonda La Perla. Y por otro lado, entre el 5 y el 10 de junio salió a la calle, por vez primera, el programa de fiestas; entiéndase que nos referimos a un programa de mano, y no a un cartel mural. Ese mismo programa venía a coincidir con el primer cartel de fiestas a color, muy diferente a los aburridos carteles, con tan sólo letras y un minúsculo dibujo lineal, que hasta el año anterior se venían editando.


Es así como La Perla y el programa y cartel de fiestas de San Fermín iniciaban simultáneamente una andadura paralela que, desde entonces, todavía no se ha interrumpido. Muchas son las cosas que han cambiado y evolucionado en las fiestas de estos años, pero resulta muy interesante ver algunas pinceladas de cómo fueron esas fiestas de 1881.

Alcalde.- José Javier de Colmenares y Vidarte

Horarios.- Encierro: 6 de la mañana; Corrida de toros: 4’30 de la tarde.

Primer programa.- Se trataba de un prospecto en papel, plegable al estilo acordeón, y con una portada policromada que reproducía en miniatura el cartel que se había hecho para ese año. Una vez desplegado, en uno de los lados había una dedicación exclusiva al tema taurino, mientras que en el otro lado cada pliegue, o “página”, iba dedicativo a puntos concretos (funciones religiosas, fuegos artificiales, iluminación, conciertos, teatro y ferias).
El programa lo distribuyó el Ayuntamiento de Pamplona entre los vecinos, y gracias a él los comerciantes que se instalaban en el Paseo de Valencia supieron que esa Feria de géneros, tejidos, bisutería, quincallas, y otros objetos”, había sido programada para que durase hasta el día 16, y no hasta el 20 como otros años. Esto les permitió dirigir un escrito al Ayuntamiento quien, finalmente, en el pleno del 14 de julio, les autorizó a los comerciantes seguir vendiendo hasta el día 20.

Salvas de artillería.- Era costumbre en la ciudad, el 7 de julio, que en el momento de salir por la puerta de la iglesia de San Lorenzo la efigie de San Fermín, desde la Ciudadela se disparasen salvas de artillería en su honor. Igualmente un piquete militar acompañaba al santo en el cortejo procesional; sin faltar tampoco en el mismo la banda militar. Este gesto de los militares era correspondido por parte del Ayuntamiento de Pamplona con el obsequio de 240 entradas para los toros, en un tendido. Se requería a los 240 soldados de la guarnición que se concentrasen media hora antes de la corrida ante una de las puertas, la situada enfrente del polvorín, para hacer su entrada conjuntamente por la misma.  

Figuras de cera.- Vicente Miralles Pelayo solicitaba el 19 de junio permiso para exponer durante las fiestas una galería de figuras de cera y de movimiento en una bajera “de la calle San Agustín esquina a la calle Estafeta”. Se le concedió permiso, y en ese permiso se citaba expresamente al local como ubicado en la calle Estafeta.

Circo ambulante.- Se solicitó también permiso para utilizar la Plaza de Toros para un espectáculo de la compañía gimnasta de la familia Izazichiewierz, una especie de circo ambulante en el que entre otras muchas cosas se lidiaba un toro, un novillo, y un novillo bravo, si bien, el número más espectacular era el protagonizado por cuatro machos cabríos toreros. Además de la parte cómico taurina, el espectáculo tenía una primera parte, gimnástica, común a cualquier otro circo de la época, con torniquetistas, “fantasías aéreas”, y exhibiciones varias de hercúleos gimnastas.

Iluminación con gas.- La Diputación Foral y Provincial de Navarra iluminó sus fachadas durante las fiestas “en consideración a ser Patrón de Navarra el glorioso San Fermín”, sumándose así a la iluminación que ese año se aplicó en las noches de fiestas a las fachadas de los edificios de la Plaza de la Constitución.
El sistema de iluminación era a base de faroles de gas; ese año se pusieron en la Plaza de la Constitución ocho nuevos faroles, con 25 luces cada uno de ellos. La Fuente de la Abundancia (o Mariblanca), en el centro de la plaza, fue ornamentada con un templete, en su parte superior, repleto de luces de gas.
Además de toda esta iluminación de las fachadas de la Plaza de la Constitución, el Ayuntamiento de Pamplona invitó a los vecinos a que en esos días hiciesen el esfuerzo de iluminar sus fachadas.

Alguaciles a caballo.- El consistorio buscaba el mayor lucimiento posible en los festejos taurinos, y uno de los inconvenientes a los que se enfrentó este año era el de no encontrar dos personas que supiesen montar a caballo para que pudiesen hacer de alguaciles durante la corrida. Esto se solucionó contratando a dos soldados del Regimiento de Caballería.

Precios de los billetes de los toros.- Los precios de este año para entrar a los toros eran los siguientes: gradas sin entradas, 1’50 pesetas; delanteros de grada sin entradas, 2’50 pesetas; palcos de sombra, 150 pesetas; palcos de medio sombra, 125 pesetas; palcos de sol, 100 pesetas; entrada general, 2 pesetas. Los menores de 10 años pagaban la mitad. Únicamente los“niños de pecho” estaban exentos de pagar por entrar a la plaza.
            Para la corrida de prueba las entradas costaban exactamente la mitad. Y en el encierro se podía entrar a la plaza, siendo la entrada “libre y gratuita”, a pesar de que después de llegar los toros se soltaban novillos para diversión de los aficionados