Así se escribe nuestra historia


La historia de la ciudad y de su fiesta no puede escribirse sin una nota a pie de página referida a este ancestral lugar de hospedaje. La mítica fonda La Perla, inaugurada allá por 1881, ha sido durante todo este tiempo cuartel general de personajes ilustres y balcón privilegiado de Sanfermines inolvidables. Desde uno de estos balcones, el de la habitación 217, Ernest Hemingway se asomaba al encierro cuando no estaba acodado en su barra preferida. Su recuerdo aún perdura en un hotel con historia que, a pesar de su reforma a mediados del año 2007, sigue desprendiendo un aroma añejo, el de las tardes en las que Manolete se vestía de luces en la privacidad de su habitación 105.

Tampoco ha desaparecido la misma fachada, junto a la calle Estafeta y frente al quiosco de música de la plaza del Castillo, que recibía a Orson Welles, Charles Chaplin, Pablo Sarasate, Julián Gayarre o Imperio Argentina.

Otros aires se ventilan en un interior pasado por el rediseño minimalista de hoy en día, entre algún que otro mueble y cachivache de época, aunque atildado y escrupuloso en sus acabados. No oculta, sin embargo, el peso de la tradición y el buen hacer de toda la vida si del servicio se trata, ya sea en cuestión de viandas, cosa reservada al nuevo chef Álex Múgica o ya sea en cuestión de diligencia y exquisitas maneras, cosas mostradas por Fernando Hualde, al frente de la recepción durante 30 años y guía avezado de la figura de Hemingway en sus correrías por la ciudad. Y es que cuatro generaciones de la familia Moreno, los propietarios, son mucho bagaje para no avalar tanta sabiduría.

Si las fotografías de empleados históricos decoran las paredes de los rellanos, las estancias rinden homenaje en sus nombres a sus célebres huéspedes. Lujosas y amplias, con vistas a la plaza, arropan sus enormes camas con hasta seis almohadones y presentan un equipamiento generoso, sobre todo en el cuarto de baño.

Durante todo el 2009, el hotel celebró el 50 aniversario de la última visita de Ernest Hemingway a Pamplona y al hotel. La habitación 217 (hoy 201) se exhibe tal cual la conoció el escritor, incluso con el teléfono que él utilizaba. La primera edición de Fiesta, en inglés y español, también tuvo su hueco. Son solo algunos detalles de los muchos que atesora el hotel respecto a su huésped más ilustre. Visitarlo es descubrir el resto: el busto de Carlos III bajo el que se sentaba en el comedor, el cartel de los primeros San Fermines a los que asistió en 1923, el mural donde aparece junto a su hijo en la plaza de toros...